Flujo sanguíneo
La función principal del sistema cardiovascular es abastecer de sangre a los tejidos del organismo de manera adecuada con cada una de las necesidades y situaciones. Ninguno de estos factores es constante a lo largo del día, ya que los periodos de reposo y actividad, así como las necesidades metabólicas de los diferentes órganos y tejidos determinan la perfusión sanguínea. Dicha regulación se ejerce a nivel cardíaco, vascular y renal mediante las acciones combinadas de los sistemas nervioso central y periférico, así como por diversos sistemas y agentes humorales.
El flujo de la sangre por el sistema cardiovascular ocurre debido a la diferencia de presiones que existen de un punto del circuito circulatorio a otro.
La presión sanguínea disminuye conforme la distancia desde el ventrículo aumenta, por lo tanto, la sangre fluye unidireccionalmente desde sitios con mayor presión (cercanos al corazón) a sitios con menor presión sanguínea (más alejados del corazón).
Imagen recuperada de: Departamento de Fisiología, Facultad de Medicina, UNAM
La contracción de los ventrículos (sístole ventricular) aumenta la presión de
forma que la diferencia de presiones entre el punto inicial del circuito (la salida del
ventrículo) y el punto final (las aurículas) sea suficiente para generar un adecuado
flujo sanguíneo a pesar de la resistencia que oponen los vasos.
Las arterias poseen un papel muy importante en generar un flujo constante a pesar
de que el corazón se contrae de forma intermitente, tienen una gran elasticidad, lo
que les permite funcionar como reservorios de la presión generada durante la sístole y al regresar a su diámetro original mantienen una elevada presión sobre la sangre, a
pesar de que la presión dentro del ventrículo haya descendido a casi cero.

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